domingo, 11 de diciembre de 2011

Textos influenciados por el mito de Ulises

Odiseo parece pervivir bajo otros nombres y disfraces en muy diversos, fabulosos y taimados viajeros en la literatura universal. Algo de él hay en Eneas, en Simbad, en Cyrano, en Gulliver, y en Leopold Bloom, invocado como "Ulises" en el título de la novela de Joyce.



 En el espléndido texto dramatizado de Derek Walcott del relato irónico y también dramatizado de Margaret Atwood, donde las quejas del coro de las esclavas muertas alterna con los sarcásticos recuerdos de la sagaz Penélope, ya en las sombras del Hades. Tanto el poeta Walcott (que ya demostró en su magnífico Omeros su fervor hondo hacia los poemas del patriarca de la épica griega) como la gran novelista canadiense son dos grandes escritores. Ambos textos reflejan una admirable relectura del texto homérico, con más poesía el primero, con mayor ironía el segundo.
Son incontables los ecos de Ulises y otros personajes familiares odiseicos en la poesía española reciente. Algunos de los más notables poemas sobre temas y figuras de la Odisea en estos últimos años quedan recogidos en la excelente antología titulada Orfeo XXI, que demuestra que Ulises sigue siendo el héroe mítico más evocado, después de Orfeo, en la lírica actual de referencias clásicas. El ensayo inicial de Conde Parrado: 'Ecos de Homero en el discurso poético contemporáneo' analiza bien esas reiteradas evocaciones, unas veces nostálgicas, otras más bien irónicas. (Nostalgia e ironía son los dos acentos inevitables de la mirada moderna sobre el mundo de los mitos antiguos). Si queremos destacar la más memorable y puntual obra poética sobre las figuras y escenas del poema homérico, debemos citar el meditado y sensitivo libro -veinte poemas breves de sabor clásico y elegantes y austeras formas- de Jacinto Herrero Esteban, La herida de Odiseo , también se puede destacar el de Agusti Bartra, Odiseo, de cuya primera edición castellana (México, Tezontle,1955; la versión catalana original se publicó dos años antes) se cumple ahora medio Siglo, y el más reciente de Antonio Prieto, El ciego de Quios (Barcelona, Seix-Barral,1996). Por encima de algún otro texto –como el bien conocido de Alvaro Cunqueiro,Las mocedades de Ulises, de 19702–, también el poema de Xose María Díaz Castro, «Penélope» o el de Francisco Álvarez Hidalgo, «Penélope» que se citan a continuación:

Penélope - Xose María Díaz Castro

Un paso adiante i outro atrás, Galiza,
i a tea dos teus soños non se move.
A espranza nos teus ollos se esperguiza.
Aran os bois e chove.

Un bruar de navíos moi lonxanos
che estrolla o sono mol coma unha uva.
Pro ti envólveste en sabas de mil anos,
i en sonos volves a escoítar a chuva.

Traquerán os camiños algún día
a xente que levaron. Deus é o mesmo.
Suco vai, suco vén, Xesús Maria!,
e toda cousa ha de pagar seu desmo.

Desorballando os prados coma sono,
o tempo vai de Parga a Pastoriza.
Vaíse enterrando, suco a suco, o outono.
Un paso adiante i outro atrás, Galiza!




Penélope - Francisco Álvarez Hidalgo

¿Dónde estarás, amor? ¿Qué extraños mares
surcas bajo la cólera violenta
de vengativos dioses, mientras lenta
cada noche acentúa mis pesares?
Me siento extraña en nuestros propios lares,
sujeta a las presiones y a la afrenta
de cada advenedizo, que acrecienta
su ambición entre copas y cantares.
No tardes, apresura tu regreso,
que se me ha helado ya el último beso,
y mi cuerpo ha olvidado tu calor.
Que estoy, como el fiel Argos, desvalida,
ciega y sorda sin ti, casi sin vida,
pero guardando incólume mi amor.

En las recreaciones modernas se suele acentuar el aspecto aventurero de Ulises, ese viajero de infinita inquietud que aparece ardiendo en el Infierno de Dante (que, desde luego, no conocía el poema de Homero) y en el poema romántico de Tennyson, y en el torrencial poema de Katsantsakis.

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